Al cabo de unas pocas semanas, Alberto, como forma de disculparse, aceptó que Javier estuviera con su hija y no sólo eso, sino que decidió invitarlo a cenar junto con la familia Echeverry. Valeria, sorprendida por el cambio de su padre, y muy contenta, tomó el teléfono y llamó al muchacho:
— Hola Javi! Tengo algo buenísimo para contarte...
— ¿Qué pasa Vale, que te noto tan feliz?
— Mi papá dice que vengas a comer a casa... ¡Esta noche!
Javier, muerto de vergüenza, respondió — ¡Ay Vale!, No sé si "me da la cara" para ir a tu casa, después de todo lo que pasó.
Siguieron hablando por un rato, hasta que Valeria logró convencerlo. Muy entusiasmada, faltando unas seis horas, abrió su placard y empezó a buscar algo apropiado para la ocasión. Una hora más tarde, se dio cuenta de que su cama estaba ocupada por una montaña de ropa y nada la convencía. Rápido tomó el celular y le envió un mensaje a sus amigas, para que la acompañaran a comprarse algo.
En instantes, Mariana y Andrea estaban allí. Las tres inseparables amigas salieron de compras por Buenos Aires. Después de un rato, Valeria llegó a su casa con una bolsa, que en su interior tenía un delicado vestido negro.
Eran las 21:30 y sonó el timbre, era Javier, que en sus manos cargaba una torta de chocolate que su padre había hecho.
Tomaron asiento, mientras la empleada les servía una fuente de pollo al champignón,
Lo primero que hizo Alberto fue disculparse nuevamente con Javier y advertirle que cuidara a su hija. La cena fue llevadera y bastante entretenida, como nunca antes.
Al pasar unas pocas horas, se escuchó el timbre de la casa:
— ¿Quién es? — dijo Marita al levantar el teléfono.
— Soy yo, Miguel. Abrime Marita, por favor.
— Ya le abro, aguárdeme un momento.
La mucama corrió hasta la puerta y le abrió.
— ¡Buenas...! — fue el saludo de Miguel al entrar.
— ¡Miqui! — saludó feliz Valeria.
— Así que andamos con visitas — dijo con tono de broma. — Viejo, venía porque quiero hablar con vos..
Alberto se puso serio y lo acompañó hasta su escritorio. Le pidieron un café a Marita y comenzaron a hablar.
Primero hablaron de su discusión, tema que los tuvo un rato largo ocupados. El ingeniero, tragando su orgullo logró disculparse..
— Perdoname hijo, yo sé que estuve mal en no dejarte hacer lo que querías... Pero entendeme, quiero lo mejor para vos y tu hermana. Fue muy difícil tu decisión.
Una vez reconciliados, Miguel le contó que había conseguido un trabajo mucho mejor en Bariloche y era muy probable que se mudara allí con su esposa, pronto.
Su padre se sintió un poco angustiado, pero lo aceptó. Él quería lo mejor para Miguel y no iba a repetir lo de hacía unos años.
Después de la encantadora noche, Alberto les contó a Valeria y Beatriz lo que su hijo le había explicado. Todos se habían puesto mal, pero decidieron hacerle una despedida. Organizaron un evento sorpresa en su propia casa, donde concurrieron los amigos de Valeria, la mucama y su novio, Javier y algunas de las amigas de Beatriz. Fue una despedida emocionante y muy divertida. Terminaron todos siendo amigos.
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